Camino por calles húmedas con olor a orina, es una noche fría, en las esquinas se ven los lobos aullando, pidiendo alimento, esperando colocar la cruz de espinas a la oveja, es la vida sin palabras, es el vacío del estómago que llama a hurguetear los basureros, de los restoranes para poder calmar el dolor, es el precio de ser expulsada del abrigo y calor de un hogar, porque ya no eres una niña, es el llorar de impotencia cuando la madre le cerró la puerta y le dijo espero que te vaya bien, nadie nunca se imaginó como iba a terminar, durmiendo en las postas de urgencias, acariciando su vientre que empieza a brotar, como el agua furiosa del Mapocho, ella camina por avenida la paz, recorre las tumbas del cementerio general , buscando una respuesta a tanta ingratitud de la vida, es entonces cuando aparece con la guadaña, le arranca el alma y termina su sufrimiento para estar sentada a la derecha del Dios padre como muchas otras víctimas, que terminan muertas a pesar de ser inocentes.
Soy una mujer, madre, esposa, poeta y gestora cultural