Dulces 16
Mi cuerpo se pudre, el olor a descomposición invade toda la habitación. Es una mezcla
hedionda entre sudor y semen, es mi sangre que comienza a coagularse. Nadie me
escuchó, sólo me miraron y me apuntaron, como un animal más del matadero. Nadie nunca
comprenderá por qué terminé en un colchón tirado en un peladero, teniendo sexo oral para
poder comer algo mejor que la basura que recogía de la feria. Aquí terminé pudriendo mis
16 años en una habitación olvidada, a la que un psicópata me trajo después de una buena
comida y quizás pasen años antes de que encuentren mi cuerpo, mi cuerpo roído por
mordiscos y gusanos que abandono hoy, después de una larga agonía.
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